DESPUÉS DE MUCHO ESFUERZO Y MUCHO SOÑARLO, HELENA PIMIENTA LOGRÓ NO SÓLO REUNIR A MÁS DE 350.000 ESPECTADORES EN TORNO A SU «SUEÑO», SINO QUE CULMINASE CON EL PREMIO NACIONAL DE TEATRO EN 1993. DIECISIETE AÑOS DESPUÉS REGRESA CON EL MISMO LIBRETO, LA MISMA COMPAÑÍA (UR TEATRO) Y LA MISMA MIRADA INOCENTE Y FESTIVA DEL TEATRO, PERO CON MUCHA M ÁS EXPERIENCIA. Por Vanessa Ramiro.
En 1787 el astrónomo alemán William Herschel descubrió los dos satélites mayores de Urano. Inspirado en la comedia “Sueño de una noche de verano” les llamó Titania y Oberón. Desde entonces todos los satélites naturales de este planeta reciben su nombre, no de la mitología como el resto del Sistema Solar, sino de personajes literarios de las obras de Shakespeare y Pope. Un curioso homenaje a una de las comedias más especiales del genio inglés.
CINCO HISTORIAS EN UNA
Se celebran las bodas de Teseo, duque de Atenas, e Hipólita, la amazona. Esta microhistoria es el punto de partida y destino de otras cuatro diferentes: las aventuras y desventuras de dos parejas de jóvenes amantes; la historia de amor maduro (data de cientos de años) de Titania, reina de las hadas, y Oberón, rey de la noche; el viaje a ninguna parte de un grupo de trabajadores cuyos desencuentros se resolverán a través del teatro y, una cuarta trama, la tragedia de Píramo y Tribse, un anticipo de “Romeo y Julieta” a cargo del elenco de actores-trabajadores, situada en el plano del teatro en el teatro.
Las historias, que se intercalan entre los planos real, fantástico y ficticio, llegan a desbordar los límites de los diferentes mundos. Una mezcla que “da lugar a una visión muy poliédrica de la realidad y del amor”, afirma Helena Pimenta, autora de la versión y directora de este montaje que se desenvuelve entre cuatro lenguajes interpretativos: realista-poético, clown, danza contemporánea y farsa.
LA MAGIA DEL TEATRO
Sobre el escenario seis actores, que interpretan a dieciocho personajes, se mueven en un bosque lleno de elementos mágicos, que contribuyen a dar una sensación de espejos. “Es algo que está en Shakespeare. Él se mueve siempre con la idea de que en el teatro uno se ve a sí mismo y así se reconoce y comprende más la humanidad», explica Helena.
Una versión “muy humana y muy reconocible, con una gran implicación personal y con una mirada compasiva y a la vez exigente a la humanidad. Ésa es la clave de la versión junto a un estudio muy exhaustivo de la obra hasta intentar dar cuenta de su espíritu y no huir de la enorme comicidad, de la fiesta que supone una obra de Shakespeare”, concluye la directora.
Una historia que nos sumerge en un torrente de cosas inexplicables que a veces sí y a veces no necesitamos explicar y en la que no podremos hacer nada hasta que los duendes decidan desembrujarnos. Tan real como el teatro, tan ficticio como la vida. Quizás por eso hasta Puck, el duende juguetón y fiel de Oberón, tiene su lugar en el firmamento junto al planeta Urano.
Hasta el 25 de octubre
Teatros del Canal