CASI 400 AÑOS DESPUÉS DE SU ESTRENO, EL DIRECTOR MUSICAL WILLIAM CHRISTIE Y EL DIRECTOR DE ESCENA, PIER LUIGI PIZZI RECUPERAN ESTE SEGUNDO TÍTULO DE LA OBRA DE CLAUDIO MONTEVERDI BASADO EN LA «ODISEA» DE HOMERO Y CON LIBRETO DE GIOVANNI BADOERO. PARA ELLO CUENTAN CON EL BARITONO ALEMÁN DIETRICH HENSCHEL QUE ENCARNA A ULISES, JUNTO A OTROS NOMBRES COMO CHRISTINE RICE (PENÉLOPE), KOBIE VAN RENSBURG, UMBERTO CHIUNMMO O MARINA RODRÍGUEZ-CUSI.
Isla de Ítaca. Penélope, la mujer de Ulises, aguarda su regreso de la guerra de Troya, lamentando su ausencia. Mientras, Ulises ha regresado en secreto a su patria gracias a unos marineros fenicios. Convertido en mendigo por la Diosa Minerva tendrá que luchar por recuperar a su esposa, a la que varios hombres pretenden.
Esta ópera fue representada por primera vez en 1640 en el Teatro San Casiano de Venecia. Hoy, casi cuatro siglos después, llega a España como estreno absoluto al Teatro Real. “Un estreno de estas características es siempre algo importante y emocionante, como una vida nueva que la obra recibe y creo que su modernidad va a impactar al publico español”, afirma Pier Luigi Pizzi, director de escena de este montaje.
La partitura fue escrita por el italiano Claudio Monteverdi, la figura más importante en la transición entre la música del Renacimiento y el Barroco. “Su estilo ha sido siempre ejemplar. Es un clásico, un artista que busca lo universal y nunca cae en el detalle. Mira hacia las grandes preguntas del hombre: vida, muerte, amor, honor y fe. Nunca como hoy su música es tan fuerte y actual, porque el futuro puede vivir gracias a su corazón antiguo”, prosigue Pizzi.
Gracias a esta obra Monteverdi alcanzó su estilo de madurez, desligándose del lenguaje madrigalesco de su anterior partitura. “El estilo es más dialógico, mas sutil e introspectivo. La búsqueda de belleza deja sitio a la búsqueda introspectiva”, explica Pizzi.
DESENCANTO Y AMOR
Así, la partitura se caracteriza por un mayor realismo en el diseño de los personajes y también por un mayor desencanto de la vida. Sin embargo, se le confiere una especial humanidad a las relaciones amorosas. “El amor se plantea en todas su formas. Entre parejas maduras y jóvenes, entre dioses y humanos, con una sutileza comovedora”, asegura el director.
La puesta en escena se completa con un espacio arquitectónico que busca la atemporalidad. “Se trata de rescatar la actualidad del mito. Escenografía y vestuario crean una tercera dimensión, la de los sueños, donde somos libres e inmortales como los dioses griegos”. concluye Pizzi.